La gente se llevaba las manos a la cabeza cuando en una discoteca empezaron a implantar a los clientes un micro-chip subcutáneo, cual piercing, para darles acceso o cobrarles la entrada y las consumiciones cómodamente: pasándoles un lector, cual ovejas de un rebaño.
¿Quién necesita micro-chip subcutáneo cuando todo el mundo lleva un móvil, o más, a cuestas?
Pues bien, leo en EL PAÍS.com que Un tribunal de EE UU permite a las autoridades rastrear móviles sin permiso judicial. La administración ha defendido que no se vulnera la Constitución cuando un operador es requerido para que suministre datos de tráfico de los móviles, a pesar de que "la Cuarta Enmienda" de la Constitución estadounidense prohíbe a las agencias gubernamentales dirigir búsquedas no razonables.
Y otra: "iPhone crea un dispositivo de localización de usuarios en el interior de las tiendas". Se trata de la tecnología Shopkick (por triangulación acústica), con la que un usuario puede ser localizado en el interior de un establecimiento cuando acuda a comprar, y los comerciantes conocer los gustos de sus clientes; allí donde el GPS aún no llega. No se trata meramente de conocer la proximidad del usuario, sino la localización exacta; "puede detectar incluso en qué lado de una puerta estás".
"De hecho el teléfono detecta esta señal incluso estando dentro de un bolsillo. Por ahora, quieren ser cautelosos con la privacidad del usuario y sólo se activa esta señal cuando se pone en funcionamiento el dispositivo." De momento...
Supongo que los pertenecientes a la secta de la manzana mordida no se sentirán muy molestos ("se ha demostrado que algunos usuarios de teléfonos móviles tienen mucho interés por compartir su localización"), pero yo ya tiemblo, porque la versión Android aparecerá pronto en el mercado. Nespresso ya está tardando.
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