El príncipe Enrique, tercero en la línea de sucesión a la corona británica, ha formado parte del destacamento británico en el sur de Afganistán.
Le adiestraron en el control de operaciones aéreas desde una base. Recibe imágenes de satélite en unas pantallas- en el argot de la tropa, 'Televisión Matar'- y pasa esa información a pilotos de los aviones de combate para orientar objetivos. El príncipe, que viajó a la provincia de Helmand, al sur del país, el 14 de diciembre, ha ido a Afganistán en calidad de controlador de ataques aéreos: su trabajo era identificar objetivos y dar luz verde a los bombarderos para atacar esos objetivos. El 31 de diciembre dio por primera vez el visto bueno a un ataque desde el aire a posiciones de talibanes y dos bombarderos estadounidenses F-15 lanzaron tres bombas de 225 kilos de peso cada una sobre un búnker en el que se había localizado a 15 enemigos.
Bueno, pues esto no es lo peor. Lo peor son sus declaraciones:
A una pregunta en el sentido de que Afganistán es un lugar remoto, visto desde el Reino Unido, el príncipe Enrique se permite la ironía de responder: "Creo que Afganistán es un lugar remoto en general, de hecho nunca he estado allí, y por lo visto no hay ningún gran lugar de vacaciones".
Enrique asegura que "cualquiera que diga que no disfruta en el Ejército está loco". "Puedes pasarte una semana odiándolo y la semana siguiente es lo mejor del mundo y el mejor trabajo que nunca, nunca podrías desear. Tiene tanto que ofrecer".
Sobre su experiencia como oficial en el Ejército hasta el momento de conceder la entrevista, Enrique comenta: "Tienes malos días, tienes buenos días, tienes buenas semanas. Es como una montaña rusa el Ejército para mucha gente, no puedo hablar por todo el mundo. Pero es fantásticamente divertido, y estoy contento de estar haciéndolo, estoy contento de todas las decisiones que he tomado hasta el momento".
No hay comentarios:
Publicar un comentario