Y no se trata ni de Ecclestone, ni de Briatore, ni de Alonso, ni de Schumacher.
Kubica se estrelló contra el muro en Canadá, cuando iba a más de 230 km/h. El coche salió disparado de un lado a otro de la pista y, si se hubiera producido hace años, con casi toda seguridad que el piloto habría sufrido graves daños físicos. Por eso, el mundo de la F1 se ha felicitado por haber demostrado que sus avances en materia de seguridad han dado resultados. En la Fórmula 1 se considera que las medidas de seguridad del propio coche para absorber los impactos (el habitáculo donde está el piloto no se deforma, es una célula de supervivencia fabricada con 12 capas alternas de fibra de carbono y aluminio prácticamente indestructible para que los choques sean menos violentos), los anclajes de seguridad (el sistema HANS para el cuello y los cinturones) y el arco de seguridad colocado sobre él (que protege su cabeza en el caso de que el coche acabe boca abajo) fueron los que permitieron que el piloto sólo sufriese un ligero esguince de tobillo.
Sin embargo, desde el Vaticano han hecho una lectura mucho más particular. El piloto polaco podría ser llamado por la Santa Sede a testificar en una investigación sobre los hipotéticos milagros realizados por el Papa Juan Pablo II. Según dio a conocer la agencia polaca PAP, el Vaticano podría basarse en el hecho que los dos sean nativos de Cracovia y en las creencias religiosas del piloto, quien lleva en su casco el nombre del Pontífice (Kubica siempre corre con una foto dedicada por el Papa fallecido dentro de su mono). Según PAP, el Vaticano califica la historia de “milagrosa supervivencia”, por lo que aseguran que el testimonio de Kubica podría formar parte de la información que respalda los presuntos milagros que habría obrado el papa polaco y que se publicará en la próxima edición de la revista ‘Totus Tuus’, ya que hablarán del proceso de beatificación de Juan Pablo II, donde se incluirán el testimonio de alrededor de 130 personas.
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